Por lo tanto, debemos mirar diariamente hacia el fin e intentar diligentemente por medio de la Gracia de Dios caminar en la verdad que Él nos ha dado, no debemos presumir de la misericordia de Dios. Tomemos en serio las palabras de advertencia que nos describió Pedro, no se deje fascinar por las grandes palabras infladas de esos pozos vacíos y nubes de viento, no escuche las falsas promesas de libertad de aquellos en la esclavitud de la corrupción, no los sigas hasta su estado final, donde su final es peor que su comienzo. Hay verdadera libertad en Jesús. ¡Él vino a liberarnos! Amén.
La falsa libertad 1
Agregar a favoritos