Los cristianos comprenden la responsabilidad de crecer en madurez espiritual. Lo que pocos se dan cuenta es que no pueden crecer a solas. Nuestro progreso hacia la madurez se basa en la fidelidad de Dios—y específicamente en la persona del Señor Jesucristo quien es el ancla de nuestras almas.
Esperanza: El ancla de la vida (Parte 1)
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